Beato
Engelberto Kolland.
Santos Franciscanos para cada día
Fray Giulano Ferrini OFM
Fr. José
Guillermo Ramírez OFM
Edizioni
Porciuncula
1ª edición julio 2000
Reimpresión 2001
Diciembre,
día 10:
Beato
Engelberto Kolland.
Sacerdote
y mártir de la Primera Orden (1827-1860)
Beatificado por Pío XI el 10 de octubre de 1926.
Engelberto Kolland, joven religioso, cayó mártir
de Cristo a la edad de 33 años. Había nacido el 21 de septiembre de 1827 en
Ramsau, en Austria, hijo de Cayetano y de María Sporer, de condición modesta
pero ricos en virtudes cristianas. El padre, en el verano, dejaba a sus hijos
en casa de María Brugger para ir a Estiria con su esposa a trabajar como
leñador y ganar un pedazo de pan. Los hijos estaban en manos seguras, en la
escuela de la señora Brugger, crecieron buenos, instruidos y fervorosos
cristianos.
Engelberto tenía un carácter vivaz e inquieto
pero en el momento de la oración se calmaba y se ponía en actitud tan devota
que parecía un santo. El arzobispo de Salzburgo, en una visita a las parroquias
de Zell, conoció al pequeño Engelberto, vislumbró en él síntomas de vocación y
que podría llegar a ser un óptimo sacerdote, lo admitió gratuitamente en el
seminario diocesano. Después de cuatro años fue retirado porque era demasiado
inquieto. Al volver a la familia, trabajó con su padre por un año, luego retomó
los estudios porque sentía en su corazón una voz misteriosa que lo llamaba al
servicio de Dios. Un día se encontró por la calle un grupo de jóvenes novicios
franciscanos. Los observó atentamente, y quedó impresionado por su modestia y
su recogimiento. Volviéndose a sus compañeros exclamó : “¡Yo seré pronto
como uno de ellos !”. Mantuvo su palabra. Después de algunos meses tomó el
hábito religioso en la Orden de los Hermanos Menores.
El 13 de julio de 1851, en Bolzano, subía por
primera vez al altar de Dios para inmolar la víctima divina. Agradecido al
Señor por esta gracia, prometió partir para la Custodia de Tierra Santa, pero
este deseo sólo se realizó algunos años más tarde. En este período trabajó como
coadjutor en la parroquia franciscana de Bolzano e intensificó el estudio de
diversas lenguas: alemán, latín, inglés, italiano, francés y árabe, bajo la
dirección de un antiguo misionero de Tierra Santa, el padre Vergeiner.
En 1855 llegó al país de Jesús y fue destinado
como coadjutor del Beato Carmelo en la parroquia latina de Damasco, donde se
empeñó con celo apostólico hasta el momento del sacrificio supremo. Su seráfica
serenidad lo hizo querer de todos y todos lo llamaban “Abuna Melac”, es decir,
Padre Ángel. Al momento de la irrupción de los Drusos
Engelberto se encontraba en casa de una señora greco-católica, pronto fue
localizado y reconocido por los musulmanes, quienes le intimaron renunciar a la
fe y hacerse seguidor de Mahoma. La respuesta fue un No rotundo. Antes de ser
asesinado se dirigió al verdugo: “Amigo, ¿qué mal he hecho para que me mates?”.
La respuesta fue esta: “El único motivo es porque eres cristiano”. Fue
asesinado con repetidos golpes de hacha en la cabeza. Fue beatificado por Pío XI el 10 de octubre de 1926.
Hay muchos obstáculos que imposibilita la santidad y llegan a ser muy graves; el alma tibia, los juegos y diversiones en cualquier edad. Con acuerdo a la Palabra de Dios, la Sagrada Biblia, el creyente no está en el mundo para imitar las conductas paganas, sino para ir alcanzando cada día mayor conocimiento de la Voluntad de Dios.
ResponderEliminarAl leer la vida de los santos, los que comenzaron desde la niñez a permanecer con Dios, aún cuando hacia labores. Hoy día se ve que es un escandalo que los niños trabajen; pero ahí vemos a Jesús trabajando ayudando a San José en la carpintería, y a su Santísima Madre. Nunca se entretuvo con otros niños para ningún tipo de diversión terrenal, pues no pertenecía al plan de Dios. Y esto es la Biblia quien nos lo enseña.
En otro tiempo, vemos también a San Antonio de Padua como trabajaba también ayudando a su padre en tareas de campo, y tener tiempo para dedicarse a Dios.
Los santos y santas en su niñez siguieron este camino, en la oración, en el conocimiento de Dios estudiando la Sagrada Biblia. Los juegos y diversiones, dice San Juan Crisóstomo, es el diablo quien lo invento. Y es verdad, ya lo comprendemos gracias a la Palabra de Dios.
El Beato Engelberto Kolland fue martirizado y muerto por los enemigos de Dios, por ser cristiano. El cristiano desde su niñez, fortalece su fe, su amor a Dios y el deseo de que todas las almas se salven. Pero quien no pertenece a Dios, llegan a sentir un inmenso odio hacia los hijos e hijas de Dios. Los mártires son muchos, y solo Dios puede conceder fuerzas para superar esta terrible prueba, «martirio cruento», pero es desde la niñez, también en la juventud, que el alma permanecerá fiel durante toda su vida, Incluso cuando no les toca la prueba del martirio, el alma del fiel creyente vive y muere para Dios. Morir al mundo, pero también sufre un martirio de más larga duración: «martirio incruento» (Benedicto XVI). También son pocos los cristianos que viven así, pues aman a Dios y no son mundanos.