Diciembre, día 16:
Sacerdote de la Primera Orden (1829‑1916).
Fundador de Congregaciones religiosas.
Beatificado por Juan Pablo II el 16 de octubre de 1988.
Fundador de Congregaciones religiosas.
Beatificado por Juan Pablo II el 16 de octubre de 1988.
Venceslao
Kozminski nació el 16 de octubre de 1829, hijo de
Esteban y Alejandra Kahl, en
Biala Podlaska, en Polonia. De su familia,
ferviente en la fe, recibió una sólida educación católica que acrecentó poco a
poco durante los estudios que culminaron con la láurea en arquitectura.
Mientras frecuentaba la Academia de Bellas Artes, hacia los 17 años de edad,
le sobrevino una fuerte crisis de fe, agravada por la campaña anticatólica del
gobierno de entonces. sospechoso de participar en un
complot político, fue arrestado, y en la cárcel se acrecentó aun
más la crisis al contraer tifo y por el temor a ser condenado a muerte, de
modo que se declaró blasfemo y ateo. Reconocido inocente y superada la crisis
religiosa y recuperada también la salud, decidió cambiar radicalmente de vida
y se hizo Capuchino en 1848. Entró al noviciado de los Capuchinos, en
Lubarttow, y, hechos en
Lublin los estudios de filosofía y teología, se trasladó a Varsovia,
donde el 27 de diciembre de 1855 fue ordenado sacerdote con el nombre de padre
Honorato de Biala.
En Varsovia inició de inmediato el ministerio de la predicación y el de la dirección espiritual, tuvo diversos cargos dentro de la Orden y al mismo tiempo iba a las escuelas, colegios, y pensionados femeninos para las lecciones de religión. En especial se hizo cargo de la Asociación del Santo Rosario y de la Tercera Orden Franciscana. Cuando el gobierno, después de las insurrecciones de 1863-64 sup’rimió las Ordenes religiosas, fue relegado hasta 1892 en el convento de Zakrocyun, vigilado siempre por la policía y sin poder salir, de modo que se dedicó a la oración, a las confesiones y a escuchar a los muchísimos fieles que acudían a él con sus problemas de conciencia.
En Varsovia inició de inmediato el ministerio de la predicación y el de la dirección espiritual, tuvo diversos cargos dentro de la Orden y al mismo tiempo iba a las escuelas, colegios, y pensionados femeninos para las lecciones de religión. En especial se hizo cargo de la Asociación del Santo Rosario y de la Tercera Orden Franciscana. Cuando el gobierno, después de las insurrecciones de 1863-64 sup’rimió las Ordenes religiosas, fue relegado hasta 1892 en el convento de Zakrocyun, vigilado siempre por la policía y sin poder salir, de modo que se dedicó a la oración, a las confesiones y a escuchar a los muchísimos fieles que acudían a él con sus problemas de conciencia.
Al mismo tiempo, en
calidad de comisario general de la Provincia capuchina, desarrolló una intensa
actividad ministerial a menudo contraviniendo las leyes zaristas de
persecución contra numerosos conventos. Aún hoy impresiona la enorme cantidad
de trabajo apostólico realizado por Honorato, a pesar de las restricciones
impuestas por el régimen. Pero el principal carisma de Honorato se ve sobre
todo en la fundación de asociaciones y congregaciones religiosas. Valiéndose
del confesionario y la correspondencia, de 1874 a 1896 fundó 26 asociaciones
piadosas, de las cuales
surgieron numerosas Congregaciones. Hoy existen 16, de ellas 3 con hábito
religioso y 14 sin él, 2 masculinas y 12 femeninas; puede considerarse
precursor de los institutos seculares. De esta manera contribuyó grandemente a
la supervivencia de la fe en Polonia. Además de ser renombrado predicador e
iluminado director espiritual, fue un escritor
fecundísimo para hacer conocer a la gente el amor de Dios, como
escribió en su “Manual Espiritual”. En 1892 fue relegado en el convento de
Nowa-Miaste, donde
permaneció hasta su muerte.
Fue verdaderamente hijo de San Francisco en la forma de ver y vivir el amor de Dios en Cristo y en el sentir y vivir el ministerio de la Iglesia. En 1906 organizó una peregrinación nacional al santuario mariano de Czestochowa, en la cual participaron más de medio millón de personas.
En 1908 después de la reorganización de sus Congregaciones decidida por la Conferencia Episcopal, fue removido de la dirección general de las mismas, y él se atuvo dócilmente a los mandatos de las autoridades superiores, conservando sólo la dirección espiritual, de sacerdote y de confesor.
El 16 de diciembre de 1916, a la venerable edad de 87 años, moría Honorato Kozminski. En el testamento había expresado el deseo de ocultarse “en las Llagas de Jesús”, y de “entregar el alma al Creador con la misma disposición con que El entregó su espíritu en las manos de su Padre”.
Fue verdaderamente hijo de San Francisco en la forma de ver y vivir el amor de Dios en Cristo y en el sentir y vivir el ministerio de la Iglesia. En 1906 organizó una peregrinación nacional al santuario mariano de Czestochowa, en la cual participaron más de medio millón de personas.
En 1908 después de la reorganización de sus Congregaciones decidida por la Conferencia Episcopal, fue removido de la dirección general de las mismas, y él se atuvo dócilmente a los mandatos de las autoridades superiores, conservando sólo la dirección espiritual, de sacerdote y de confesor.
El 16 de diciembre de 1916, a la venerable edad de 87 años, moría Honorato Kozminski. En el testamento había expresado el deseo de ocultarse “en las Llagas de Jesús”, y de “entregar el alma al Creador con la misma disposición con que El entregó su espíritu en las manos de su Padre”.
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Directorio Franciscano:13 de octubre BEATO HONORATO DE BIALA
(1829-1916)
Honorato (de seglar, Wenceslao Kozminski) nació en Biala Podlaska (Polonia), el 16 de octubre de 1829. La muerte de su padre le produjo una crisis de fe y se declaró ateo. Sospechoso de participar en un complot contra el régimen ruso invasor, fue encarcelado y en la prisión enfermó de tifus: estas nuevas pruebas le hicieron recuperar la fe. Fue liberado por insuficiencia de pruebas y se hizo capuchino. Recibió la ordenación sacerdotal el 27 de diciembre de 1852. Se dedicó a la predicación y a la dirección de almas, ejerciendo al mismo tiempo varios cargos en su Orden. Su gran actividad estaba sostenida por una intensa vida interior. Se sirvió del confesonario y de la correspondencia para dirigir a personas y orientarlas en su vocación; fundó comunidades religiosas, de las que salieron numerosas congregaciones: todavía hoy existen 17. Fue un precursor de los institutos seculares. Debido a la supresión de los conventos, se iba trasladando de uno a otro, hasta llegar al de Nowe Miasto, en el que vivió los últimos 24 años de su vida, dedicado a la oración y al apostolado epistolar; la sordera le había obligado a dejar el confesonario. Como sus congregaciones habían pasado a la jurisdicción de los obispos, se dedicó a escribir numerosas obras y cartas a sus hijos espirituales. Falleció a la edad de 87 años, el 16 de diciembre de 1916. Lo beatificó Juan Pablo II el 16 de octubre de 1988.
[L'Osservatore Romano, edición
semanal en lengua española, del 16-X-88]
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De la homilía de
Juan Pablo II
en la misa de beatificación (16-X-1988)
en la misa de beatificación (16-X-1988)
He aquí a aquel a quien el
Señor ha dado su gracia (cf. Sal resp.): religioso entregado con
magnanimidad y generosidad a su ideal de hermano menor capuchino. Verdadero
hijo espiritual de San Francisco. Sacerdote y apóstol. Asiduo ministro
del sacramento del perdón y de la reconciliación, su heroico
servicio en el confesonario fue una verdadera dirección espiritual. Tuvo
un profundo don de saber descubrir y mostrar los caminos de la vocación
divina. Era hombre de continua oración, especialmente de la
adoración del Santísimo Sacramento; inmerso en Dios y al mismo
tiempo abierto a la realidad terrena. Un testigo ocular dijo de él que
«caminaba siempre con Dios».
Vivió, como es sabido, en tiempos
difíciles: tiempos difíciles para la patria y para la Iglesia.
Polonia había sido dividida. En el llamado Reino de Polonia había
sido proclamado, después de la insurrección de enero, el estado
de guerra. Se habían suprimido todas las Ordenes religiosas, y
habían quedado sólo algunos monasterios, condenados
prácticamente a la muerte, porque los noviciados habían sido
cerrados. En todos los campos de la vida escolástica gravaba el terror
policial. Fue entonces cuando nuestro Beato formuló el principio que se
convirtió en la inspiración para su actividad apostólica:
«El "estado" de los religiosos y de las religiosas es una
institución divina, por tanto no puede desaparecer, porque sin él
el Evangelio no se realizaría, por lo cual puede y debe cambiar
sólo de forma» (Noticias sobre las nuevas congregaciones
religiosas, Kraków 1980, pág. 45).
Buscaba a personalidades eminentes y
compartía con ellas su solicitud por la suerte de la patria, de la
iglesia y de los institutos religiosos en Polonia.
Cuán elocuente es su confidencia:
«Hay que orar fervientemente, el Señor quiere algo de mí...
cada vez más a menudo vienen a mí las almas de diversos estados,
instrucción, libres y piden que les indique la dirección, desean
entrar en un convento, y sobre todo solicitan el permiso de hacer voto de
castidad. No hay conventos. ¿Adónde y cómo guiar a estas
almas? Ante todo no es lícito mandarlas al extranjero, porque son fruto
de esta tierra; aquí deben permanecer, no es lícito privar a esta
tierra del fruto maduro y más hermoso que ella ha dado. ¿Qué
quedará aquí cuando quitemos a las almas santas, llamadas? Dios
quiere algo, Él proveerá... Rogad también vosotros para
que obtengamos la luz de Dios, para que Dios revele lo que quiere que hagamos
por estas almas» (J. Chudzynska, Diario, págs.
10-11).
Así pensó y actuó el
Beato Honorato, a quien el Señor dio su gracia y a quien impulsaba una
fuerza interior. Indicaba el camino hacia la perfección que nacía
de la lectura del Evangelio y de la contemplación. Animaba a permanecer
en su ambiente y a imitar la vida de Jesús y María en Nazaret, a
practicar los consejos evangélicos ocultamente, sin signos externos. Fue
un innovador en la vida monástica y fundador de una nueva forma
semejante a los actuales institutos seculares. Mediante sus hijas e hijos
espirituales trataba de regenerar en la sociedad el espíritu de celo de
los primeros cristianos, y llegaba a través de ellos a todos los
ambientes. Todavía hoy 17 congregaciones, procedentes del círculo
de su espiritualidad, trabajan en 19 países de cuatro continentes.
«El que quiera ser grande -dice Cristo-, sea vuestro servidor; y el que
quiera ser primero, sea esclavo de todos» (Mc 10,43-44).
El Beato Honorato decía:
«Quotidie a Christo exeo, ad Christum eo et ad Christum redeo» (Cada
día vengo de Cristo, voy a Cristo y regreso a Cristo).
Se abandonó a Cristo,
Sabiduría encarnada, como su esclavo, según las directrices de
San Luis María Grignon de Montfort. Repetía a menudo «totus
tuus». Solicitaba que María fuese para él «protectora,
mediadora, auxiliadora, maestra de sus predicaciones, consejera para las
confesiones, garante de la castidad, consoladora, reparadora.
El sacerdote Honorato fue probado con sus
sufrimientos físicos y espirituales. «Mas plugo a Yahveh
quebrantarle con dolencias» (Is 53,10).
Cuando recibió la decisión de
la Iglesia que le privaba de la dirección de las congregaciones y
cambiaba el carácter de las mismas, escribió: «El mismo
Vicario de Cristo nos ha revelado la voluntad de Dios y ejecuto esta orden con
la fe más grande... Recordad, venerables hermanos y hermanas, que a
vosotros se presenta la ocasión de demostrar la obediencia heroica a la
Santa Iglesia» (Padre Honorato, cartas circulares a las
congregaciones).
Y he aquí que, después de su
íntimo tormento, vio la luz y se sació de su conocimiento, como
dice el profeta Isaías (cf. Is 53,11). Hoy recibe la gloria de los
altares en la Iglesia. Nos muestra cómo leer "los signos de los
tiempos". Cómo perseverar, según el querer de Dios, y actuar
en los tiempos difíciles. Enseña cómo resolver, de acuerdo
con el espíritu del Evangelio, los problemas difíciles, y
cómo remediar las necesidades humanas en el umbral del tercer milenio
desde que «el Hijo del hombre... no ha venido para que le sirvan, sino
para servir y dar su vida en rescate por todos» (Mc 10,45).
[L'Osservatore Romano, edición
semanal en lengua española, del 23-X-88]
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Beato Honorato de
Biala
Wenceslao Kozminski nació el 16 de
octubre de 1829, hijo de Esteban y Alejandra Kahl, en Biala Podlaska, en
Polonia. De su familia, ferviente en la fe, recibió una sólida
educación católica que acrecentó poco a poco durante el
curso de los estudios que culminaron con la láurea en
arquitectura.
Superada una crisis de fe que lo
llevó al ateísmo, se fue madurando en él, gradual pero
decididamente, la vocación sacerdotal que lo indujo a dejar la casa
paterna para entrar en el noviciado de los Capuchinos, en Lubartow.
Después de haber profundizado en Lublin el estudio de la
filosofía y de la teología se trasladó a Varsovia, donde
el 27 de diciembre de 1855 fue ordenado sacerdote con el nombre de padre
Honorato de Biala.
En Varsovia inició de inmediato el
ministerio de la predicación y el de la dirección espiritual,
tuvo diversos cargos dentro de la Orden y al mismo tiempo se hizo presente en
las escuelas, en los colegios, en los pensionados femeninos para las lecciones
de religión. En especial se hizo cargo de la Asociación del santo
Rosario y de la Tercera Orden Franciscana. Pero el principal carisma de
Honorato se ve sobre todo en la fundación de asociaciones y
congregaciones religiosas; de 1874 a 1896 fueron más de veinte las
congregaciones fundadas por él.
Al mismo tiempo, en calidad de comisario
general de la Provincia capuchina, desarrolló una intensa actividad
ministerial a menudo contraviniendo las leyes zaristas de persecución
contra numerosos conventos. Aún hoy es impresionante la enorme cantidad
de trabajo apostólico realizado por Honorato, a pesar de las
restricciones impuestas por el régimen. Valiéndose del
confesionario y la correspondencia, fundó 26 asociaciones religiosas, de
las cuales surgieron numerosas Congregaciones. Hoy existen 16, de ellas 3 con
hábito religioso y 14 sin él, 2 masculinas y 12 femeninas; puede
considerarse precursor de los institutos seculares. De esta manera
contribuyó grandemente a la supervivencia de la fe en Polonia.
Además de ser renombrado predicador e iluminado director espiritual, fue
un escritor fecundísimo para hacer conocer a la gente el amor de Dios,
como escribió en su Manual Espiritual.
Fue verdaderamente hijo de San Francisco en
la forma de ver y vivir el amor de Dios en Cristo y en el sentir y vivir el
ministerio de la Iglesia. En 1906 organizó una peregrinación
nacional al santuario mariano de Czestochowa, en la cual participaron
más de medio millón de personas.
En 1908, después de la
reorganización de sus Congregaciones decidida por la conferencia
episcopal, fue removido de la dirección general de las mismas, y
él se atuvo dócilmente a los mandatos de las autoridades
superiores, reservándose sólo la dirección espiritual, de
sacerdote y de confesor.
El 16 de diciembre de 1916, a la venerable
edad de 87 años, Honorato Kozminski moría. En el testamento
había expresado el deseo de ocultarse «en las Llagas de
Jesús», y de «entregar el alma al Creador con la misma
disposición con que Él entregó su espíritu en las
manos de su Padre».
[Ferrini-Ramírez,
Santos franciscanos para cada día. Asís, Ed.
Porziuncola, 2000, pp. 408-409]
* * * * *
Beato Honorato
Kozminski
por Mariano D'Alatri, o.f.m.cap.
por Mariano D'Alatri, o.f.m.cap.
El capuchino polaco padre Honorato de Biala
(civilmente, Wenceslao Kozminski) nació en Biala Podlaska el 16 de
octubre de 1829. Sus padres fueron Esteban y Alejandrina Kahl. Fue fundador de
17 congregaciones religiosas todavía existentes y de otras ocho o
quizá diez que ya han desaparecido. Murió en Nowe-Miasto el 16 de
diciembre de 1916.
En su propio hogar recibió una
excelente educación cristiana. Después de hacer los estudios
primarios en su pueblo natal, cursó la segunda enseñanza en
Ptock. En 1845 se inscribió en la escuela superior de Bellas Artes de
Varsovia y allí perdió la fe por influencia de las corrientes
iluminísticas y por el ateísmo reinante. El 1846, sospechoso de
pertenecer a una organización política, fue encarcelado en
Varsovia por la policía zarista. Contrajo el tifus en la cárcel y
vivió bajo el temor de una condena capital hasta el 27 de marzo de 1847,
fecha en que fue puesto en libertad cuando en absoluto lo esperaba. Entretanto,
recuperó la fe el día de la Asunción (15 de agosto de
1846).
Fe católica y espíritu
patriótico
Ingresó en el noviciado de los
capuchinos en Lubartów, el 21 de diciembre de 1848, tras haber luchado
contra sí mismo porque tenía que dejar a su piadosa madre
enferma. Recibida la ordenación sacerdotal el 27 de diciembre de 1852,
desarrolla su actividad como profesor de sagrada elocuencia y de
teología de los estudiantes capuchinos, como confesor de los herejes
convertidos, consejero en su provincia capuchina, superior del convento de
Varsovia durante un año y, por espacio de veinte años
(1895-1916), comisario general de los capuchinos sometidos a la
dominación rusa.
Ante todo, ya desde joven sacerdote, fue el
padre Honorato un predicador y un clarividente director espiritual. Este fue el
intenso ministerio en los años 1853-1864, cuando le vemos predicando
continuamente en diversas iglesias de la capital Varsovia. Encargado de la
dirección de los terciarios franciscanos, no se limitó a promover
en ellos la vida devota, sino que los quería también
comprometidos en una ferviente actividad caritativa y social. Durante este
tiempo conoció a Sofía Truszkowska y fue su director espiritual,
encargándose, además, del llamado «rosario viviente».
Lejos, desde luego, de estar satisfecho porque formara grupos de hombres y
mujeres entregados al rezo del rosario, los estimuló a una caritativa
actividad de irradiación.
En enero de 1863 fracasa el alzamiento
contra los rusos. Las órdenes religiosas están condenadas a la
suspensión y el padre Honorato queda recluido primeramente en el
convento de Zakroczyn, donde permanece hasta 1892, y después en el de
Nowe-Miasto.
Trató de salvar la fe
católica y el espíritu patriótico de su pueblo, contra las
persecuciones zaristas encaminadas a separar la iglesia polaca de la de Roma,
para que se incorporara a la instrumentalización política en la
que ya estaba metida la iglesia ortodoxa. Como medios para la
realización de este duro empeño, escogió la
devoción a la Virgen y la Tercera Orden Franciscana que, con
autorización del ministro general de los capuchinos, había
sometido a una reforma radical.
Las leyes civiles de la época
prohibían el apostolado y recibir novicios (forma de acabar con los
religiosos). Por tanto, para abrazar la vida religiosa era necesario salir de
la propia patria. Pero el padre Honorato encontró la solución
proponiendo vivir los consejos evangélicos dentro del espíritu de
la Tercera Orden Franciscana. Por eso aconsejaba no abandonar la patria, y
llevar una vida ordinaria, sin hábito religioso, sin convento,
ocultamente. Mientras tanto, él rezaba y estudiaba el Evangelio, en
donde hallaba el espíritu y también la forma de la vida
religiosa.
Le sirvió de modelo la Sagrada
Familia de Nazaret. El punto clave es la vida escondida. El padre Honorato pone
su esfuerzo en hacerla vivir en las constituciones y en los directorios de los
institutos fundados por él. La vida escondida no es para él una
exigencia de las especiales condiciones político-sociales de la Polonia
de su tiempo, sino más bien un postulado del Evangelio. «En estas
congregaciones -escribe- se observa la vida escondida a los ojos del mundo. Un
modo religioso de vida no sugerido sólo por motivos de prudencia o de
necesidad, sino por el compromiso de imitar la vida oculta de la Virgen. Es
forma de vida que no va precisamente sujeta a las circunstancias externas
sociales y políticas del momento, sino que se ha escogido
voluntariamente por cada uno, ya que es amable por sí misma y reporta
una mayor gloria a Dios, un progreso espiritual más fácil y una
salvación más segura».
En el confesonario de Zakroczyn tomaron
forma y vida numerosos institutos, cada uno de los cuales abarcaría una
esfera particular: los intelectuales, los jóvenes, los empleados de
establecimientos, los de las fábricas, las empleadas del hogar, los
niños, los enfermos, los artesanos, los campesinos... y los lugares y
las actividades con las que se podía ser útil al prójimo e
influir en un amplio círculo de personas, como en las fondas y
restaurantes, en librerías, bibliotecas, escuelas, sastrerías,
negocios...
«Novedad» en sus
fundaciones
El padre Honorato quiso para la
irradiación del apostolado de sus religiosos que cada
congregación estuviera compuesta de tres diversas categorías de
miembros: la primera, de religiosos que, viviendo en común,
tenían la misión de acoger y dirigir a los otros; la segunda,
formada por religiosos de votos temporales que viven con sus propias familias o
en pequeños grupos: son los «unidos» y las «unidas»,
el elemento más dinámico de cada congregación, con mayor
posibilidad de influir en los otros con el apostolado activo y el ejemplo;
finalmente, la tercera categoría acogía a terciarios
comprometidos de modo particular en la colaboración
apostólica.
Todos estos religiosos llevaban traje
normal de seglar y su modo de vida fue confirmado por la Santa Sede con el
decreto Ecclesia Cathólica del 21 de junio de 1889. Fuera por
las circunstancias particulares o por la intuición de los signos de los
tiempos que tuvo este gran apóstol de la época moderna, el caso
es que en la Iglesia había encontrado espacio, de derecho y de hecho,
una amplia docena de institutos «seculares», de los cuales el padre
Honorato era considerado como precursor.
Sin embargo, la experiencia fue de corta
duración. Pronto hubo recriminaciones y denuncias contra la
«novedad» de tal vida religiosa instaurada por el padre Honorato
fuera de las formas canónicas tradicionales. Por eso, en 1907, le
impusieron restricciones que de hecho llevaron a la supresión de los
«unidos» y de las «unidas».
El anciano fundador no dejó de
defender la forma de vida y de apostolado religioso que, exigida por las
circunstancias particulares histórico-ambientales, tanto bien
había producido. Escribió que de las almas unidas a él
había querido hacer «un ejército de confesores de la fe, que
tenazmente supiesen oponerse a la befa del mundo, diseminándolos por las
casas y oficinas de cada ciudad, en silencio y a escondidas, pero siempre y en
todas partes con riguroso y comprometido testimonio cristiano».
Y él, que siempre había
ordenado a sus religiosos que no escribieran nada y que su propia identidad
estuviera rodeada del más absoluto silencio, les exaltaba con este
testimonio sobre su vida: «Estas almas ardientes crean en torno a
sí una atmósfera benéfica y moralizadora que no
sólo beneficia a los individuos por medio de las relaciones personales,
sino también a los grupos y a las masas. Es de sobra conocido, desde
luego, que personas de buen espíritu, dondequiera que se encuentren,
aunque no hagan nada de particular, dejan sentir su presencia
saludable».
Tienen un tono dramático y
profético las palabras con las que, en 1916, pocos días antes de
su muerte, insistía en la necesidad de rodear la vida religiosa de la
más absoluta reserva y de vivirla clandestinamente: «Os ruego que
no os manifestéis nunca como religiosos, porque ahora gozamos de una
libertad temporal. Volveremos a tener tiempos de grandes dificultades... Sed
constantes en este género de vida, ya que para esto habéis sido
llamados. Sólo con esto podréis acumular tesoros de gracia
divina, y con esto solo podréis trabajar con gran provecho para la
gloria de Dios y para la salvación de las almas».
Las diversas congregaciones
El padre Honorato fundó diversas
congregaciones, de las cuales existen ahora 17, que por orden
cronológico de su fundación, son las siguientes:
-- Felicianas (1855, en memoria del
capuchino san Félix de Cantalicio);
-- Capuchinas de santa Clara (1860);
-- Esclavas del Santísimo
Corazón de Jesús (1874);
-- Esclavas de santa María Virgen
Inmaculada de Mariowka (1878);
-- Hijas de la Bienaventurada Virgen
María de los Siete Dolores o Seráficas (1881);
-- Franciscanas de los Afligidos
(1882);
-- Vestuarias de Jesús
(1882);
-- Siervos de María Inmaculada
(1883);
-- Esclavas de Jesús (1884)
-- Hijas del Purísimo Corazón
de María (1885);
-- Hermanas del Santísimo Nombre de
Jesús (1887);
-- Pequeñas Hermanas del
Corazón Inmaculado de María (1888);
-- Reparadoras de la Santísima Faz
(1888);
-- Auxiliadora de las almas del Purgatorio
(1889);
-- Hijas de María Inmaculada (1891),
de ellas nació la nueva congregación, para muchachas desviadas,
las
-- Esclavas de la Madre del Buen Pastor
(1895);
-- Hijos de la Madre de Dios Dolorosa o
Doloristas (1893).
Además, fue consejero y legislador
de la congregación de las Franciscanas del Santísimo Sacramento,
monjas de clausura en el monasterio de Kenty.
Ya no existen las siguientes
congregaciones, que seguían también la regla de la Tercera Orden
de san Francisco:
1) Siervas de los Paralíticos, que
en 1873 brotaron en Varsovia para asistir al personal perteneciente a los
hospitales y también a los enfermos, especialmente los
crónicos;
2) Adoratrices para la suplicación,
congregación fundada en 1888 sobre todo para las almas inclinadas a la
vida de piedad y de contemplación;
3) Mujeres evangélicas, fundada el
25 de marzo de 1893 para señoras deseosas de una vida más
perfecta;
4) Domésticos de la Sagrada Familia,
fundada el 19 de marzo de 1894 y abierta también a los casados y padres
de familia;
5) Hijas de la Madre de Dios de
Czestochowa, fundada el 8 de septiembre de 1889 para gestionar en los
restaurantes a fin de acabar con la plaga del alcoholismo y repartir buenas
bebidas;
6) Asociación mariana de sacerdotes,
erigida en 1899 para fomentar y profundizar en la vida espiritual del
clero;
7) Congregación de santa
María, para la gestión en casas de huéspedes haciendo
frente a los abusos del alcoholismo;
8) Hermanas enfermeras, fundada el 21 de
noviembre de 1881;
9) Terciarias congregadas, fundada en
1894;
10) Reparadoras de Santa Margarita
de Cortona, fundada en 1895.
De estas últimas congregaciones
apenas si se conoce el nombre e incluso se duda de su fundación.
Como si desde la
cárcel...
Todas estas congregaciones, a
excepción de las Felicianas, las fundó el padre Honorato y
dirigió primeramente desde el convento de Zakroczyn y después
desde el de Nowe-Miasto, sin poder visitar nunca una comunidad o una casa. El
locutorio del convento estaba expuesto a registros de la policía y por
eso él formaba a las hermanas y dirigía a los superiores desde el
confesonario. Además, a partir de 1881 se sirvió de la hermana
feliciana Isabel Stummer como portavoz en las distintas comunidades y a su
muerte se aprovechó de la obra de Aniela Rosa Godecka, con la que
había fundado las Pequeñas hermanas del Corazón Inmaculado
de María.
Desde 1905, cuando ya no podía
atender a la gente en el confesonario, impedido por la enfermedad y la sordera,
se dedicó al trabajo de mesa, despachando una nutrida correspondencia
con sus hijos espirituales. Las cartas, en número de 3.871, se conservan
manuscritas en Varsovia, en el archivo de la vicepostulación, donde se
han recogido en 21 volúmenes.
También se conservan en el mismo
archivo sus numerosas predicaciones (un millar) y un vastísimo surtido
de obras, manuscritas en su mayor parte, que él fue componiendo desde su
juventud. Tratan de ascética, mariología, hagiografía,
historia, homilética, de la regla de la Tercera Orden de san Francisco y
de las constituciones de las diversas congregaciones, traducciones en polaco y
temas varios.
Destacamos las siguientes: Powiesc nad
powiesciami (El amor de Dios a los hombres), Wlloclawek 1909, en cuatro
volúmenes, más dos inéditos; Sw Franciszek i jego
nasladowcy (San Francisco y sus seguidores), Warszawa 1901-13, en cuatro
volúmenes, más otros dos también inéditos;
¿Quién es María?, obra proyectada en 52 tomos y 76
volúmenes, de los cuales solamente el primero fue publicado en dos
ediciones diversas: el autor se proponía ofrecer una vastísima
enciclopedia mariana (los 76 volúmenes suman 30.000
páginas).
También es interesante para el
conocimiento de la vida espiritual y del compromiso apostólico del padre
Honorato, el Diario espiritual, en donde leemos: «Desde el primer
momento de mi ingreso en la orden, he perseguido este objetivo: dar a conocer a
los hombres el amor de Dios» (p. 541). De las casi 100 obras escritas por
el padre Honorato, 41 todavía permanecen inéditas.
La era de los testimonios
El padre Honorato se había
encontrado, muy a pesar suyo, con que tenía que ser fundador de
congregaciones y su «novedad» escandalizaba a muchos. A todos ellos
les asegura con humildad y firmeza: «La iniciativa no es nuestra, no es
una invención nuestra, y ni siquiera habíamos captado desde el
principio la oportunidad de dichas congregaciones. Emprendimos esta tarea
fundados en la palabra de nuestro sumo pontífice León XIII, que
proclamó que san Francisco fue llamado a reformar la Iglesia no de igual
manera que otros santos, ni solamente para su tiempo, sino para todos los
tiempos, de tal modo que siempre que la sociedad cristiana deje el camino
recto, bastará con reanimar con espíritu nuevo sus instituciones,
siendo la primera de todas su orden tercera como medio más
útil».
El padre Honorato estaba convencido de que
sus congregaciones de clandestinos de Dios son «algo a lo que el
Omnipotente prepara un gran porvenir y que, en un futuro no lejano, ellas
caracterizarán a la vida religiosa en sí misma y en el seno de la
Iglesia, porque son el único medio de renovación cristiana,
después de la ruina que padecemos en la fe».
«En los tiempos actuales son
necesarias estas congregaciones y en cierto sentido, indispensables... (ya que
presentan) ejemplos vivos de perfección evangélica en el seno de
las familias y en la sociedad, y muestran con palabras y hechos cómo se
puede vivir todavía cristianamente, es decir, según los
principios del Evangelio, aceptando y cumpliendo nuestros deberes para con Dios
y la Iglesia, para con la familia, los propios subordinados y el ambiente
social, prontos para adaptarse, hasta donde la conciencia lo permite, a los
usos y costumbres del vivir social, evitando excentricidades y extravagancias,
exageraciones y deformaciones».
Para la renovación y
salvación del mundo, Dios necesita corazones puros, almas dispuestas a
todo sacrificio y sufrimiento: «No importa que estas almas sean simples,
que pertenezcan al ínfimo grado social, que no sepan leer ni escribir;
lo que sirve de verdad es la decisión de imitar a la santísima
Virgen en la castidad, la pobreza, la obediencia, que estén dispuestas a
todo trabajo, al servicio humilde, a soportar, si fuera necesario, el hambre,
el frío, hasta el destierro y la persecución, incluso de parte de
los padres y parientes; dispuestas, al fin y al cabo, a sufrirlo todo con
Cristo».
«Solamente las almas de esta calidad
podrán conseguir que el Señor derrame los más abundantes
frutos de su redención sobre la sociedad que les rodea. ¡Oh
carísimas hermanas mías, qué afortunadas sois! Porque,
aunque pequeñísimas y débiles y pobres, sois el
instrumento por el que vendrá la salvación a un mundo sumergido
en un estado de corrupción tan deplorable».
Hacia el honor de los altares
El padre Honorato murió en olor de
santidad el 16 de diciembre de 1916, a la edad de 87 años. Se le dio
sepultura en la cripta del convento de Nowe-Miasto. El 10 de diciembre de 1975
su cuerpo fue trasladado a la iglesia que había encima, tras haberlo
reconocido.
El pueblo polaco, en la propia patria y en
el extranjero, lo tiene por santo. Por esto ya en 1929, al conmemorar el primer
centenario de su nacimiento, se pensó en iniciar su causa de
beatificación, y un año después fue constituida una
comisión especial para preparar los procesos del caso. Por varios
motivos, sobre todo por la segunda guerra mundial, sólo el 7 de abril de
1949 fue abierto en Varsovia el proceso ordinario sobre la fama de santidad y
las virtudes en general; a éste siguió, el 5 de octubre de 1950,
el proceso de no culto. Cerrados uno y otro el 12 de enero de 1951, fueron
abiertos ante la sagrada congregación de ritos (como se llamaba
entonces), con rescripto del 23 de abril de 1951. El proceso sobre los escritos
se desarrolla entre el 27 de febrero de 1950 y el 5 de abril de 1969. Se
recogieron estos escritos en más de 100 volúmenes, y,
después de examinarlos 12 teólogos de la misma Varsovia, la
sagrada Congregación para las causas de los santos publicó, el 5
de abril de 1974, el correspondiente decreto de aprobación. El promotor
general de la Fe estudia la Positio super Introductione Causae, que
había sido preparada ya en el curso de 1977. Todo el proceso
terminó felizmente y el padre Honorato Kozminski de Biala Podlaska fue
beatificado por Juan Pablo II el 16 de octubre de 1988.
Mariano D'Alatri, O.F.M.Cap.,
Beato Honorato Kozminski. Padre de la moderna Polonia católica,
en AA.VV., «... el Señor me dio hermanos...».
Biografías de santos, beatos y venerables capuchinos. Tomo II.
Sevilla, Conferencia Ibérica de Capuchinos, 1997, págs. 199-209
El Beato Honorato de Biala cuando ya se convirtió con todo su corazón, quiso permanecer escondido en las llagas de Cristo. Pues es en el Señor, aún cuando el mundo se ríe, se divierte, el verdadero creyente es inmensamente más feliz incluso cuando padece dolores, cuando está con Cristo Jesús.
ResponderEliminarPara el creyente, permanecer con Cristo, tiene la necesidad de huir del mundo.
Hemos de distinguir, el mundo como creación de Dios, las aves del cielo, la vida vegetal, toda clase de plantas, árboles, etc., los animales marinos, no son malos. Porque es creación de Dios, como las estrellas, etc.
El mundo es malo y dañino como sociedad que quiere mantener una relación santa y piadosa con el Señor, y combate contra Dios, eso es lo malo, pues en esto, cuando dice el Apóstol Santiago, que los amigos del mundo es enemigo de Dios, (ver Santiago, 4,4).
Verdadero hijo de San Francisco de Asís, es decir, en la comunión espiritual con el Evangelio del mundo. Porque no debemos engañarnos a nosotros mismos, si nos decimos que amamos a Cristo, pertenecemos a la Familia Franciscana, pero luego se descubre la realidad escondida que había en nuestro corazón, ser del mundo, llamar la atención ruidosamente, porque ahí es donde encontramos la verdadera alegría que sentimos, pero esto no es verdadera vocación franciscana.
San Francisco de Asís decía a más de uno, “sigue tu camino, hermano mosca”, porque ese hermano no iba a sacar ningún provecho espiritual dentro de la Orden.
El verdadero franciscano es espiritual.
Lo espiritual no se detiene en nuestra vida, cuando en verdad es eso lo que buscamos de todo corazón.
Los franciscanos pueden hacer un trocito de cielo en la tierra, en su propio hogar, en el convento, y como no falta la Orden Tercera Franciscana, gracias a Dios, las malas costumbres ya es hora de expulsarlo de nuestra vida, y esto hacen los que en realidad aman al Señor.
Hora de la tarde, 5`30 minutos,
A mayor gloria y alabanza de Dios nuestro amado Padre