«El Buen Pastor » (Jn 10,1-10)
1 En verdad, en verdad os digo: el que no entra por la puerta del redil de las ovejas, sino que
salta por otra parte, ése es un ladrón y un salteador. 2 Pero el que entra por la puerta es pastor de las
ovejas. 3 A éste le abre el
portero y las ovejas atienden a su voz, llama a sus propias ovejas por su
nombre y las conduce fuera. 4 Cuando las ha
sacado todas, va delante de ellas y las ovejas le siguen porque conocen su voz.
5 Pero a un extraño
no le seguirán, sino que huirán de él porque no conocen la voz de los extraños.
6 Jesús les propuso esta comparación, pero ellos no entendieron qué era lo que les decía.
7 Entonces volvió a decir Jesús:
—En verdad, en verdad os digo: yo soy la puerta de las ovejas. 8 Todos cuantos han venido antes que yo son ladrones y salteadores, pero las ovejas no les escucharon. 9 Yo soy la puerta; si alguno entra a través de mí, se salvará; y entrará y saldrá y encontrará pastos. 10 El ladrón no viene sino para robar, matar y destruir. Yo he venido para que tengan vida y la tengan en abundancia.
6 Jesús les propuso esta comparación, pero ellos no entendieron qué era lo que les decía.
7 Entonces volvió a decir Jesús:
—En verdad, en verdad os digo: yo soy la puerta de las ovejas. 8 Todos cuantos han venido antes que yo son ladrones y salteadores, pero las ovejas no les escucharon. 9 Yo soy la puerta; si alguno entra a través de mí, se salvará; y entrará y saldrá y encontrará pastos. 10 El ladrón no viene sino para robar, matar y destruir. Yo he venido para que tengan vida y la tengan en abundancia.
San Juan muestra ahora cómo los hombres podemos llegar a la salvación
por la fe en Cristo y por medio de su gracia. Jesús es la puerta por la que se entra en la vida eterna, el Buen
Pastor que nos conduce y ha dado su vida por nosotros. Con las imágenes del
pastor, las ovejas y el redil, se evoca un tema preferido de la predicación
profética en el Antiguo Testamento: el pueblo elegido es el rebaño y el Señor
su pastor (cfr Sal 23). Los profetas, especialmente Jeremías y Ezequiel (Jr
23,1-6; Ez 34,1-31), ante la infidelidad de los reyes y sacerdotes, a quienes
también se aplicaba el nombre de pastores, prometen unos pastores nuevos. Más
aún: Ezequiel señala que Dios iba a
suscitar un Pastor único, semejante a David, que apacentaría sus ovejas, de
modo que estuvieran seguras (Ez 34,23-31). Jesús se presenta como ese Buen
Pastor que cuida de sus ovejas. Se cumplen, por tanto, en Él las antiguas
profecías. El arte cristiano se inspiró muy pronto en esta figura entrañable
del Buen Pastor y dejó así representado el amor de Cristo por cada uno de
nosotros.
Para comprender mejor las palabras de Jesús en los vv. 3-5, conviene
recordar que en aquellos tiempos era costumbre reunir al oscurecer varios
rebaños en un mismo recinto. Allí permanecían toda la noche bajo la custodia de
un guarda. Al amanecer, cada pastor llegaba, le abría el guarda, y llamaba a
sus ovejas, que se incorporaban y salían del aprisco tras él; les hacía oír
frecuentemente su voz para que no se perdieran, y caminaba delante para
conducirlas a los pastos. El Señor hace uso de esta imagen, tan familiar a sus
oyentes, para hacerles una advertencia importante: ante voces extrañas, es
necesario reconocer la voz de Cristo —actualizada de continuo por el Magisterio
de la Iglesia— y seguirle, para encontrar el alimento abundante de nuestras
almas. Las palabras de Jesús tienen especial significación para quienes ejercen
en la Iglesia el oficio de pastores: «Yo soy el buen Pastor. Con ello
quiere estimularlos a la caridad, insinuándoles que nadie puede ser buen
pastor, si no llega a ser una sola cosa con Cristo por la caridad y se
convierte en miembro del verdadero pastor» (Sto. Tomás de Aquino, Super
Evangelium Ioannis, ad loc.).
Cristo se aplica la imagen de la puerta (v. 7) por la que se entra en
el aprisco de las ovejas que es la Iglesia. Al redil entran los pastores y las
ovejas. Tanto unos como otras han de entrar por la puerta, que es Cristo. «Yo
—predicaba San Agustín— queriendo llegar hasta vosotros, es decir, a vuestro corazón, os predico a Cristo:
si predicara otra cosa, querría entrar por otro lado. Cristo es para mí la
puerta para entrar en vosotros: por Cristo entro no en vuestras casas, sino en
vuestros corazones. Por Cristo entro gozosamente y me escucháis hablar de Él.
¿Por qué? Porque sois ovejas de Cristo y habéis sido comprados con su sangre» (In
Ioannis Evangelium 47,2.3). «La Iglesia, en efecto, es el redil cuya
puerta única y necesaria es Cristo. Es también el rebaño cuyo pastor será el mismo
Dios, como Él mismo anunció. Aunque son pastores humanos quienes gobiernan a
las ovejas, sin embargo, es Cristo mismo el que sin cesar las guía y alimenta;
Él, el Buen Pastor y Cabeza de los pastores, que dio su vida por las ovejas»
(Conc. Vaticano II, Lumen gentium, n. 6). [Sagrada
Biblia de Navarra, Nuevo Testamento. Eunsa]
Reflexión, Jesús es el buen pastor que siempre nos
dice la verdad. Nunca nos engañan como hacen los asalariados, son ladrones,
porque intentan robar almas a Dios para atraerlas así, los mercenarios nunca se
preocupan de la vida espiritual del rebaño de Cristo.
El Concilio del Vaticano II, nos encamina hacia Cristo,
es muy importante para nosotros, quiere esa unidad que encontramos en los
intereses de Nuestro Señor, “que todos sean uno”, y nosotros queremos entrar en
esa unidad, no en las diferencias como alguien podría decir. Unidad de fe, en
el Credo, siempre dentro de la Santa Iglesia Católica.
Jesús es el único pastor que realmente nos lleva a
Dios, en el mundo hay pastores, aunque son eficientes conforme al agrado del Corazón
de Dios, es a Cristo, siempre insisto en ello.
Las Santas Escrituras, como leeremos, es también la
Puerta. Es la puerta que nos lleva al conocimiento de la verdad, a la Palabra
de Dios, aprendemos a conocer a Jesús nuestro Señor. Las Santas Escrituras nos
encamina a que hagamos más fervorosamente la oración, nos señala el camino de
los Sacramentos, el camino de la Iglesia Católica, y el Magisterio de la
Iglesia Católica siempre atenta a la Palabra de Dios, y que, con la alegría
interior, la obedecemos, obedecemos a Dios en todo momento. Los Santos Padres se
alimentaron mucho de esta Fuente Espiritual que procede de Dios.
En la actualidad, hay muchos ladrones dentro de la Iglesia Catolica, entorpeciendo los planes del Señor, que se han atribuido
una vocación que no le correspondía, los falsos hermanos, hipócritas en los
distintos puestos de la Iglesia, como denuncia el gran San Agustín, obispo y
doctor de la Iglesia.
Los siguientes comentarios, están extraído de la
Sagrada Biblia comentada por los Santos Padres de la Iglesia. Los cristianos que no tienen interés por la Palabra de Dios, ponen demasiado interés en quienes les enseñan el camino del error.
·
Jn
10,1. Las Escrituras son la Puerta, repara en las características
de ladrón: no entra a la luz del día y, además no se hace anunciar por el
testimonio de la Escritura. Eso es lo que significa «no entrar por la puerta».
Sin duda que este pasaje alude tanto a quiénes ya habían sido cuanto vendrían después,
al anticristo y a los falsos cristos, Judas y Teudas, y a tanto semejantes a
ellos. Con verdad llama «puerta». Es ella la que conduce a Dios e inicia sus
conocimientos, la que encierra a las ovejas y las guarda, impidiendo que los lobos
entren en el redil. Como una puerta sólida mantiene a los herejes lejos de la
entrada y nos da la seguridad que deseamos, no permitiendo que nos extraviemos.
Si no traspasamos esta puerta no seremos fáciles presas de nuestros enemigos. Por
ella podemos reconocer a quiénes son verdaderos pastores y a quiénes no. ¿Y qué
significa «entrar en el redil»? A todas luces, cuidar a las ovejas. Quien no
sirve de la Escritura, sino que entra por otro medio y sigue un camino distinto
del establecido, es un ladrón… Nadie quede confundido porque más adelante
[Jesús] diga de sí mismo que Él es la puerta. Porque también hay veces se
aplica el nombre de pastor y en otras el de oveja, pues de diversas maneras se
esfuerza por transmitir el mensaje de salvación. Cuando nos conduce al Padre,
se llama así mismo: «puerta». Cuando cuida de nosotros «pastor». (Juan Crisóstomo,
Homilias sobre el Evangelio de Juan, 59,2)
·
Entrar
gracias a la Tradición del Señor. «Los dominados por los discursos
impíos y que promueven a otros, sin emplear bien al mismo tiempo los discursos
divinos, sino con falsedad» (…) , ni entran ellos mismos en el Reino de los
cielos, ni permiten a los que han engañado alcanzar la verdad. Tampoco ellos
poseen la llave de la entrada, sino una falsa y, como suele decir
habitualmente, una llave falsa con la que no abre la puerta principal, como
nosotros entramos mediante la tradición del Señor; en cambio, abriendo una
puerta falsa, perforando a escondidas el muro de la Iglesia y franqueando la
verdad, se establecen como mistagogos. (Clemente de Alejandría Stromata, VII,
106, 1-2) [La Biblia comentada por los Padres de la Iglesia, Nuevo Testamento 4ª.
Ed. Ciudad Nueva]
Los malos pastores, dice San Agustín, son ladrones y salteadores. Y tratan de
confundir a los que comienzan la búsqueda a Jesucristo, no les dejan que sean
católicos, los ladrones prohíben que se anuncien la Palabra de Dios a las
gentes, para que se conviertan y se salven. Pues es claro, que estos tales no
heredan el Reino de los cielos, y a los que quieren entrar, los expulsan. Pues no
les agrada la Tradición de Nuestro Señor Jesús, «Tradición del Señor» que los Santos
Apóstoles siempre conservaron. Los impíos quieren buscar novedades, no la
Revelación autentica de la Palabra de Dios.
Me gusta esta definición: Tradición del Señor»
Para permanecer con el Señor solo existe un Evangelio, el de Nuestro Señor Jesucristo. La "nueva evangelización" no procede de la Palabra de Dios, y eso no conviene aceptarlo. La Tradición del Señor es camino de salvación eterna.
Para permanecer con el Señor solo existe un Evangelio, el de Nuestro Señor Jesucristo. La "nueva evangelización" no procede de la Palabra de Dios, y eso no conviene aceptarlo. La Tradición del Señor es camino de salvación eterna.
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