San Cipriano de Cartago
Obras completas
La oración dominical: el Padre Nuestro
Tomo I.
Biblioteca de Autores Cristianos.
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No puede faltar el alimento cotidiano al justo, ya que está escrito: «No hará morir de hambre el Señor al hombre
justo» (Prov 10,3); y también: «Fui joven, ya soy viejo y nunca vi
desamparado al justo, ni a su descendencia mendigando el pan» (Sal 36,25). Lo mismo promete el Señor, cuando dice: «No os preocupéis diciendo: ¿Qué comemos? o
¿qué beberemos? Por todas estas cosas se afanan los gentiles. Sabe bien vuestro
Padre que necesitáis que estas cosas. Buscad primero el Reino de Dios y su
Justicia y todas estas cosas se os darán por añadidura» (Mt 6,31-33). Promete, pues
el Señor que todo será otorgado a los que busquen el Reino de Dios y su
justicia. En efecto, siendo todas las cosas de Dios, a quien tiene Dios nada le
faltará, si él no falta a Dios. Así se explica que Daniel, arrojado por orden
del rey a la fosa de los leones, sea alimentado milagrosamente y coma el hombre
de Dios en medio de aquellas fieras hambrientas, pero que lo respetan (Cf. Dn 14,31ss.). Así también fue alimentado Elías en su
fuga en el desierto por cuervo que le servían y le llevaban el alimento durante
la persecución (Cf. 1Re 17,16ss.). ¡Oh detestable crueldad de la maldad
humana! Las fieras perdonan, las aves sustentan, mientras los hombres tienden
trampas y actúan con violencia.
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Después de esto, también pedimos por nuestros pecados, diciendo: «Y perdónanos nuestras deudas, así como
nosotros perdonamos a nuestros deudores». Tras el socorro del alimento se
pide también el perdón del pecado, a fin de quien es alimentado por Dios viva
en Dios y o se preocupe solo de la vida presente, tal como die en el Evangelio:
«Te perdoné toda la deuda, porque me
suplicaste» (Mt 18,32). ¡Con qué
necesidad, previsión y preocupación por la salvación se nos advierte de que
somos pecadores! Nosotros, que nos vemos obligados a rogar por nuestros
pecados, mientras pedimos perdón a Dios, tomamos conciencia de lo que somos. Y
para que ninguno se complazca en sí mismo, como si fuese inocente, y no perezca
aún más en su orgullo, se nos instruye y enseña que pecamos todos los días,
porque cada día se nos ordena rezar por nuestros pecados. Finalmente, también
juan en una de sus cartas nos advierte diciendo: «Si decimos que no tenemos pecado, nos engañamos a nosotros mismos y la
verdad no está en nosotros. Si, por el contrario, reconocemos nuestros pecados,
el Señor es fiel y justo para perdonarnos nuestros pecados.» (1Jn 1,8-9). En su carta Juan nos recuerda dos cosas: que debemos rogar por nuestros
pecados y que hemos de pedir perdón con nuestra oración. Por eso afirma que el
Señor es fiel para perdonar los pecados, porque guarda fidelidad a sus
promesas. Pues el que nos enseñó a orar por nuestras deudas y pecados, también
os ha prometido la misericordia del Padre y el perdón consiguiente.
Ya había comentado anteriormente, que conocí esta enseñanza espiritual del Padre Nuestro, en un libro, del Apostolado Mariano, eran más bien breves, pero me gustó. Al cabo de los años, gracias a Dios, en las obras completas, es bastante amplia esta maravillosa enseñanza, yo disfruto meditando. Y me invita a mejorar a rezar más devotamente esta oración. Y fácil, porque lo que viene de Dios siempre nos resulta fácil, ya que Él, nos ayuda a comprenderlo. Ninguno de nosotros tenemos sabiduría propia, sino que todo el saber es exclusivo de Dios, y aunque somos indignos, podemos comprender todo el amor de Dios. En la oración del Padre nuestro, que siempre conviene hacer una muy atenta reflexión, desde el principio hasta el final.
ResponderEliminarLa doctrina del Padre Nuestro, el de San Cipriano es más completo.
El cristiano debe superarse así mismo, en su propia negación, para aprender más del Señor, y corregir las formas erróneas de la oración.