San Crispín, hijo de Ubaldo y Marcia, nace en Viterbo (Lacio. Italia) el 13 de noviembre de 1668. Aprendiz de zapatero, ingresa en los Franciscanos Capuchinos de Palanzana (Viterbo) el 22 de julio de 1693. Desempeña los oficios de hortelano, enfermero, cocinero y limosnero. Con un carácter jovial y alegre, compone versos y canciones y cual juglar de Dios canta loores a María, Madre y Señora Dulcísima, como suele llamar a la Madre del Señor. La verdad de sus relaciones humanas y fraternas las conjuga con una pobreza y austeridad sumas, abandonado completamente a la Providencia divina. Los últimos años de su vida los pasa en el convento de la Santísima Concepción de Roma, situado en la Vía Vittorio Véneto. Muere el 19 de mayo de 1750 a los 82 años de edad. El papa Juan Pablo II lo canoniza el 20 de junio de 1982.
[Laudes y Vísperas de la Familia Franciscana. Editorial. Espigas. Murcia. 2014)
San Crispín de
Viterbo
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Franciscano
Capuchino
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Nacimiento
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13 de noviembre
de 1668; Viterbo
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Fallecimiento
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19 de mayo de
1750
Roma |
Venerado:
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Santa Iglesia Católica
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7 de septiembre
de 1806
por el Papa Pío VII |
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20 de junio de
1982
por el Papa Juan Pablo II |
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19 de mayo
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Ahora es importante reflexionar, esta segunda lectura, que en su tiempo, compré los cinco tomos de la de la Liturgia de las Horas. Cuando todavía, la librería San Lorenzo, en Valencia, no había cerrado.
Liturgia de las Horas
Propio de la Familia Franciscana
Primera edición:
1983
Segunda edición:
1986Tomo II
Editorial Regina. Barcelona.
Del Oficio
de lectura
SEGUNDA LECTURA
De una carta de San Crispín de Viterbo, religioso, a don José Smaghi, curial de San Blas
(Analecta OFMCap, 27 [1911], p. 22)
De una carta de San Crispín de Viterbo, religioso, a don José Smaghi, curial de San Blas
(Analecta OFMCap, 27 [1911], p. 22)
Obremos alegremente, dejando de lado toda turbación
Obremos gozosamente
Me he
alegrado al saber por la suya amabilísima carta que Vuestra Excelencia abraza
de corazón las máximas santísimas que nos ha dejado nuestro amoroso Señor en el
santo Evangelio: ahí se encuentra el camino seguro y cierto para andar según su
santísima voluntad y también la ayuda para meditar en la vida y pasión de
Cristo, que es escuela segura para no errar y practicar las santas virtudes.
Pero es
necesario que Vuestra Excelencia se anime mucho y tenga valor para desechar
toda turbación y temor. Porque esas cosas unas veces nacen de una indisposición
natural, otras son obra del diablo y, en alguna ocasión, vienen de causas
externas. Pero de donde quiera que provengan, Vuestra Excelencia vea el
modo de desecharlas, y recuerde aquello que dice el Espíritu Santo en el
Eclesiástico: Aparta de ti la tristeza, pues la
tristeza ha perdido a muchos y no se saca ningún provecho de ella.
Si usted piensa en su propia tristeza, no disminuye el mal que le entristece,
sino que aumenta la angustia. Por eso le exhorto a que se apoye en nuestro
amoroso Señor que dice: Sin mí no podéis hacer nada.
Y si bien
nosotros somos incapaces de hacer cosa buena, estamos, sin embargo, obligados a
hacer cuanto podamos por nuestra parte. Por ello, previendo Vuestra Excelencia
que le turba ir al confesonario o hacer cualquier otra cosa propia de su oficio
para gloria de Dios, no por eso debe dejar de ir, sino que ha de realizarlo
alegremente dejando de lado la turbación. Es más, procurando desechar todo
pensamiento turbador que pudiera asaltarle, decir: «Voy a hacer la voluntad de
Dios y voy por su amor»; y procure por su parte, tanto cuanto pueda, estar
alegre en el Señor y distraerse en cosas buenas y santas cuando es asaltado por
la melancolía. Yo no dejaré de encomendarle de todo corazón al amoroso Señor y
a nuestra Santísima Madre para que le den gracia y fuerza y pueda vencer todas
estas dificultades.
Pero esté
seguro que su alma adelantará mucho, porque el amoroso Jesús nos manda todos
estos trabajos para enriquecemos con mayor largueza con bienes celestiales.
Nuestra vida, amigo mío, como dice el Apóstol, es una continua batalla, pero es
signo de que estamos destinados por la misericordia de Dios a ser grandes
príncipes en su reino.
Le
escribiré sólo alguna vez, porque estoy más necesitado de ser instruido que de
instruir. Por ello tome como maestro amoroso a Jesús y a su Madre Santísima y
conocerá su voluntad. Ruegue por mí, pequeñuelo siervo, que le dejo en el
corazón amoroso de Jesús y de María.
RESPONSORIO
1Pe 4, 13; Sal 31, 11
R. Estad alegres en la medida en que compartís los sufrimientos de Cristo, * Para que, cuando se revele su gloria, gocéis de alegría desbordante. (T.P. Aleluya.)
R. Estad alegres en la medida en que compartís los sufrimientos de Cristo, * Para que, cuando se revele su gloria, gocéis de alegría desbordante. (T.P. Aleluya.)
V. Alegraos, justos, y gozad con el Señor; aclamadlo, los de corazón sincero. * Para que, cuando se revele. (T.P. Aleluya.)
Oración
Oh Dios, que, por el camino de la alegría, elevaste a la cima de la perfección evangélica a tu siervo Crispín, concédenos, te rogamos, que por su ejemplo e intercesión practiquemos continuamente la verdadera virtud a la que prometes la bienaventurada paz en el cielo. Por nuestro Señor Jesucristo.
Para saber más:San Crispín de Viterbo - Directorio Franciscano
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