San Antonio de Padua
Escritos selectos
Selección y traducción: Fray Contardo Miglioranza: O.F.M.C.
Editorial Apostolado Mariano. Sevilla. 1992
Parte 1ª. Vivencias espirituales
8. Jalones de la conversión
Al entrar Jesús en la casa del principal, vio a los que
tocaban flautas y la gente en agitación y les dijo «Retírense, porque la niña
no está muerta, sino que duerme» Pero ellos se burlaban de Él (Mt 9,23-24).
El principal, del que se
habla, es cualquier hombre, que debe saberse mandar así mismo. Su casa es su
misma conciencia, en la cual el Señor entra cuando infunde su gracia, para que
reconozca sus faltas y, reconociéndolas, se sonroje.
Jesús, al ver a los
flautistas, les dijo: Retírense. Cuando Jesús con su gracia visita la
conciencia de un hombre, entonces ordena al placer de los sentidos y al tumulto
de los pensamientos que se retiren. Él es capaz de mandar a los vientos, a sea,
a los sentidos vanos, y al mar, o sea, al flujo de los pensamientos; y ellos le
obedecen.
Retírense: la niña no está muerta, sino que duerme. La niña solo dormía para Jesús, porque sólo Él podía
resucitarla de la muerte con la misma facilidad con que la podía despertar del
sueño.
Observa que hay una doble
muerte del alma: la del pecado y la del infierno. La muerte del pecado es una
especie de dormir, porque cualquier pecador, mientras viva, puede resucitar del
pecado con la misma facilidad con que uno se despierta del sueño.
Así nos exhorta el apóstol
Pablo (Ef 5,14): Despiértate mediante el arrepentimiento, oh tú que duermes en
el pecado; y resucita de los muertos mediante la confesión y las buenas obras; y
Cristo te iluminará.
Cristo dijo: «niña» y no
«vieja». El alma cuando todavía no está oprimida por una costumbre larga y
mala, se amodorra en el pecado como una joven que se adormece, y por esto puede
resucitar fácilmente a la vida de gracia. La niña murió en su casa y allí fue
resucitada, no fue llevada fuera de la puerta ni sepultada; así el alma, que
muere en la casa de su conciencia y no es arrastrada a las obras malas, ni
enterrada en los vicios, puede fácilmente volver a la vida.
Y se burlaban de Él. Cuando
la gracia de Jesucristo inspira a un alma detestar el pecado y a resucitar, los
flautistas, o sea, el deleite exterior de los sentidos, y la gente en agitación,
o sea el alboroto interior de los pensamientos, se burla. En Job (39,18) se lee: El avestruz se burla
del caballo de su jinete, o sea, de la gracia, que lo quiere guiar por el
camino de la vida, para que reciba el premio de la gloria eterna.
¿Cómo se burla? Se burla
cuando le pone ante los ojos de la fragilidad humana, el rigor de la
abstinencia, la aspereza de la penitencia; en fin, le muestra que no podrá
perseverar por aquel camino.
Una vez echada fuera la
gente. Jesús entró, tomó de la mano de la niña y le dijo: «Niña, levántate», y
la niña se levantó (Mt 9,25; Lc 8,54)
Observa la disposición de
las palabras: Una vez echada fuera la turba. Jesús entró. Esto concuerda con lo
que dice Oseas (2,18): Quitaré de la tierra el arco y la espada y la guerra; y
los haré dormir seguro. En el arco está simbolizado el artero asalto del
diablo; en la espada, los alborotados pensamientos del corazón; en la guerra,
los petulantes deleites de los sentidos.
El Señor elimina de la tierra
a estos enemigos, cuando echa de la casa de la conciencia y el tumulto
vociferante de los malos instintos y deseos. Una vez echado, Él entra llevando
la paz: Y los haré descansar en paz.
(XXXIV domingo después de Pentecostés: II, 436-437)
Ver también:
Muchas veces he leído ciertas noticias, “este tal, después de vivir en el pecado, ahora se ha convertido al catolicismo”.
ResponderEliminarYo me pregunto, ¿hoy día se comprende el verdadero sentido de la conversión interior? Me temo que no. Pues tales "conversos" no se comportan como los que leemos en la vida de los Santos, sus testimonios, sacrificios, oraciones, penitencia, ayunos. Hoy ven la conversión de otra forma: diversiones, juegos, entretenimientos, risas, carcajadas, bromas, pero a mi manera de pensar, a esta serie de conductas mundanas, están lejos de ser una auténtica conversión.
Bien, como decía, Lo que yo leo la forma de que tal personaje se ha convertido, es muy distinto a lo que leyendo otras conversiones, en los libros de doctrina espiritual, el testimonio de los Santos Padres, que por aquella época los convertidos a la fe católica, se retiraba del mundo, llorando a lágrimas por los pecados que habían cometido. Se encerraban en monasterios, la oración en lo secreto, etc.
Convertidos a Cristo, pero buscando la fama del mundo, la vanagloria, el querer ser reconocido por todos… Me parece que esto no es una auténtica conversión. Muchas almas están más inclinadas por el engaño, antes de comprender más claramente al Espíritu Santo.
La verdadera conversión no es solamente cuando un ateo, que dice creer en Dios, recibe el sacramento del Bautismo. Hay numerosos bautizados, que viven como si Dios no existiese, o cualquier otra cosa, para ellos, más importante que seguir a Jesús.
En este sermón San Antonio nos exhorta lo importante que es mantener silencio, los pensamientos que debe permanecer bien ordenados y dirigidos a Dios, sin la vida de la fe, nuestra conversión no sería más que una ilusión. Cuando estoy escribiendo esto, oigo a lo lejos, el ruido de los trabucos de “moros y cristianos”, parece que la mayoría de los cristianos no saben vivir en el silencio, y están muy convencidos que están convertidos a Dios. Nosotros no estamos llamados para la fealdad del pecado, sino para la belleza de la gracia y amistad con Dios, e ir alcanzando más cerca la meta del Reino de los cielos. Si solamente nos fijamos entre tiempo y tiempo, para divertirnos con las mismas cosas que hacen los que no aceptan a Cristo, vamos a tener muy graves problemas. Porque Dios nos llama a la vida, pero el mundo llama a la corrupción y a la muerte, no es nada bueno obedecer al mundo para luego arruinarse para siempre. No es bueno satisfacer nuestras tentaciones, sino vencerlas con la ayuda de Dios, oraciones, Eucaristías, los sacramentos que nos tocan, la devoción cada vez más perfecta a al Señor nuestro Dios y a la Santísima Virgen María.
La conversión es necesario para vivir en la paz, pero no es posible llegar a Dios si no contamos con Jesucristo; si estamos en comunión con Él, perseverando hasta el final, notaremos la inmensa alegría en el Reino de los cielos, por los frutos de una conversión sincera que hemos tenido a lo largo de nuestros días.