Beata Ana Catalina Emmerick
Tomo II
Según las anotaciones de Clemente Brentano
Bernardo E. Overbeg y Guillermo Wesener
Ciudadelalibros 2012
45. Señales en la
naturaleza.
Anuncio a los pastores
He visto en muchos lugares, hasta en los más lejanos, una
insólita alegría, un extraordinario movimiento en esta noche. He visto los
corazones de muchos hombres de buena voluntad reanimados por un ansia, plena de
alegría, y, en cambio, los corazones de los perversos llenos de temores. Hasta
en los animales he visto manifestarse alegría en sus movimientos y brincos. Las
flores levantaban sus corolas, las plantas y los árboles tomaban nuevo vigor y
verdor, y esparcían sus fragancias y perfumes. He visto brotar fuentes de agua
de la tierra. En el momento mismo del nacimiento de Jesús, brotó una fuente
abundante en la gruta de la colina del norte. Cuando al día siguiente lo notó
José, le preparó enseguida un desagüe. El cielo tenia un color rojo oscuro
sobre Belén, mientras se veía un vapor tenue y brillante sobre la Gruta del
Pesebre, el valle de la gruta de Maraha y el Valle de los Pastores.
A legua y media de la gruta de Belén, en el Valle de los
Pastores, había una colina donde empezaba una serie de viñedos que se extendía
hasta Gaza. En las faldas de la colina estaban las chozas de tres pastores,
jefes de las familias de los demás pastores de las inmediaciones. A distancia
doble de la Gruta del Pesebre se encontraba lo que llamaban la torre de los
pastores. Era un gran anclaje piramidal, hecho de madera, que tenía por base
enormes bloques de la misma roca: estaba rodeado de árboles verdes y se alzaba
sobre una colina aislada en medio de una llanura. Estaba rodeado de escaleras;
tenía galería y torrecillas, todo cubierto de esteras. Guardaba cierto parecido
con las torres de madera que he visto en el país de los Reyes Magos, desde
donde observaban las estrellas. Desde lejos producía la impresión de un gran
barco con muchos mástiles y velas. Desde esta torre se gozaba de una esplendida
vista de toda la comarca. Se veía Jerusalén y la montaña de la tentación en el
desierto de Jericó. Los pastores tenían allí a los hombres que vigilaban la
marcha de los rebaños y avisaban a los demás tocando cuernos de caza, si había
alguna incursión de ladrones o gente de guerra. Las familias de los pastores
habitaban esos lugares en un radio de unas dos leguas. Tenían granjas aisladas,
con jardines y praderas. Se reunían junto a la torre, donde guardaban los
utensilios que tenían en común. A lo largo de la colina de la torre, estaban las
cabañas, y algo apartado de estas había un gran cobertizo con divisiones donde
habitaban las mujeres de los pastores guardianes: allí preparaban la comida. he visto que en esta noche parte de los rebaños estaban cerca de la torre,
parte en el campo y el resto bajo un cobertizo cerca de la colina de los
pastores.
Cuando
el nacimiento de Jesucristo vi a estos tres pastores muy impresionados ante el
aspecto de aquella noche tan maravillosa; por eso se quedaron alrededor de sus
cabañas mirando a todos lados. Entonces vieron maravillados la luz
extraordinaria sobre la Gruta del Pesebre. He visto que se pusieron en agitado
movimiento los pastores que estaban junto a la torre, los cuales subieron a su
mirador dirigiendo la vista hacia la gruta. Mientras los tres pastores estaba
mirando hacia aquel lado del cielo, he visto descender sobre ellos una nube
luminosa, de la cual noté un movimiento a medida que se acercaba. Primero vi
que se dibujaban formas vagas, luego rostros, finalmente oí cánticos muy
armoniosos, muy alegres, cada vez más claros. Como al principio se asustaran
los pastores, se apareció un ángel ante ellos, que les dijo: «no temáis, pues vengo a anunciaros una gran
alegría para todo el pueblo de Israel. Os ha nacido hoy, en la ciudad de David,
un Salvador, que es Cristo, el Señor. Por señal os doy esta: encontrareis el
Niño envuelto en pañales, echado en un pesebre». Mientras el ángel decía
estas palabras el resplandor se hacía cada vez más intenso a su alrededor. Vi
cinco o siete grandes figuras de ángeles muy bellos y luminosos. Llevaban en
las manos una especie de banderola larga, donde se veía letras de un tamaño de
un palmo y oí que alababan a Dios cantando: «Gloria a Dios en las alturas y paz
en la Tierra para los hombres de buena voluntad».
Más
tarde tuvieron la misma aparición los pastores que estaban junto a la torre.
Unos ángeles también aparecieron a otro grupo de pastores, cerca de una fuente,
al este de la torre, a unas tres leguas de Belén. No he visto que los pastores
fueran enseguida a la Gruta del Pesebre, porque unos se encontraban a legua y
media de distancia y otros a tres: los he visto, en cambio consultándose unos a
otros acerca de lo que llevarían al recién nacido y preparando los regalos con
toda premura. Llegaron a la Gruta del Pesebre al rayar el alba.
Madrugar el Señor es muy necesario. Pienso en los devotos religiosos cartujos, llegan a interrumpir su sueño de altas horas de la madrugada, para encaminarse al templo y adorar al Señor. Todos los hermanos unidos, para la contemplación, ciertamente, muy fieles a la Tradición espiritual con sus cantos gregorianos.
ResponderEliminar¿Qué decir de los Magos? que no eran perezosos, pues se pusieron en marcha. Cientos de kilómetros, pienso en el fuerte calor del sol, o el frío que habrán pasado en ciertos momentos, pero no se rindieron, pues en sus corazones se sentía atraído por esa llamada misteriosa. Nosotros, que somos cristianos, no es posible dejar un solo día de encontrarnos con el Señor en la iglesia, y lo tenemos en nuestra propia ciudad, no hay excusa. En aquellos tiempos los que salieron al encuentro del Señor había muchas dificultades, pero el Señor siempre les protegía de los peligros, como a aquellos Magos de Oriente.