Beato Pedro o “Pettinaio”
Santos Franciscanos para cada día
Fray Giulano Ferrini OFM
Fr. José Guillermo Ramírez OFM
Edizioni Porciuncula
1ª edición julio 2000
Reimpresión 2001
Fray Giulano Ferrini OFM
Fr. José Guillermo Ramírez OFM
Edizioni Porciuncula
1ª edición julio 2000
Reimpresión 2001
Diciembre, día 4.
Beato Pedro o “Pettinaio”. Penitente
de la Tercera Orden [ † ]
Pio XI concedió en su honor oficio y mis el 2 de enero de 1802
Reconocimiento del culto litúrgico: Pío VII, el 2 de enero de 1802
BEATO PEDRO PETTINAIO DE
SIENA
Pedro
o Pettinaio nació en Campi, región del Chianti, de donde se trasladó con su
familia a Siena. El sobrenombre le viene de su oficio de fabricante y
comerciante de peines. Jocoso e impulsivo en su juventud, empezó a cambiar
después de su conversión. El negocio le iba bien; era propietario de una casa y
una viña. Se casó, pero, al comprobar la esterilidad de su mujer, hizo con ella
el voto de castidad perfecta, pero se mostró excelente esposo, procurando
hacerla sentirse a gusto hasta en las cosas más pequeñas. Comenzó a
santificarse en el ejercicio de su profesión. Compraba y vendía siempre al
precio justo; la calidad de sus productos era tan apreciada por los habitantes
de Siena, que él iba tarde al mercado sólo por la tarde, para no perjudicar a
sus competidores.
Pero
nunca llegaba tarde a las predicaciones y los oficios religiosos; ni a las
casas de los pobres, a los que llevaba ayudas junto con otros ocho amigos; ni
al hospital de Santa María della Scala, donde curaba a los enfermos, aplicando
remedios y besando sus llagas.
Al
quedar viudo, vendió la viña de su propiedad, luego la casa, repartiendo todo a
los pobres. Conservando sólo lo necesario para vivir modestamente y se fue a
vivir a una casucha cerca de la Puerta dell’Ovile. Profesó la regla de la Orden
seglar de penitencia fundada por San Francisco y, después de haber renunciado a
todo, se esforzó por vivir en la mayor pobreza.
Era
inclinado a la contemplación y gozó de arrobamientos y éxtasis, a veces en
presencia de compañeros. Hacia el final de su vida parecía vivir siempre más
retirado del mundo. Después de una grave enfermedad, obtuvo el permiso para
vivir en una celda del convento de los franciscanos de Siena, donde pasaba las
noches en oración. Mostraba una devoción ardiente hacia la Virgen, ayunando en
su honor el sábado y encomendándose a ella noche y día. También fue peregrino,
fue a Roma, a Pistoia y a Asís y a la Verna. Su espiritualidad lleva la
impronta franciscana. No ha dejado escritos, pero son famosos sus silencios. Después de 14 años de esfuerzos adquirió
el don de no hablar sino por necesidad. Por esto a menudo es representado en la
iconografía con un dedo sobre los labios, y es llamado el “Santo del silencio”. Pero la pocas palabras
que decía y las muchas cosas que obraba debían de ser de una gran eficacia.
Su
incesante celo por las obras de misericordia lo hizo adquirir pronto fama de
gran santidad entre sus conciudadanos. Los franciscanos de Siena lo llamaban a
él cuando había que discernir acerca de la vocación de sus novicios. Los
franciscanos más radicales, los llamados "espirituales", se inspiran
en él. El futuro predicador dominico beato Ambrosio Sansedoni renunció a ser
obispo, aconsejado por él. En 1282 le encargaron elegir entre los detenidos de
las prisiones a cinco hombres entre los menos culpables, para ser liberados. En
1286 el municipio le confió el cuidado de repartir dinero a los pobres azotados
por la carestía. ciertos traficantes pusieron en sus manos el dinero que habían
defraudado a la ciudad, para que lo entregara a las autoridades.
Murió
el 4 de diciembre de 1289 (dicen algunos que a los 128 años de edad) y sus
últimas palabras fueron una advertencia a Siena, Florencia y Pistoia, a las
cuales predijo grandes males. Su cuerpo fue sepultado en la iglesia de San
Francisco, de Siena. A partir de entonces, muchos paisanos suyos invocaban su
intercesión y le atribuyeron muchas gracias y prodigios. El municipio lo
consideró enseguida beato, aunque la confirmación del culto no vino hasta el 2
de enero de 1802, por obra del papa Pío VII. Dante Alighieri exalta la eficacia
de su oración en la Divina Comedia (Purgatorio, canto XIII), explicando al
poeta que por sus pecados debería estar aún en el ante-Purgatorio, pero lo
evitó gracias a las oraciones del santo varón Pier Pettinaio. La tumba quedó
destruida tras un incendio, y del beato sólo quedó el brazo, que conservan las
clarisas de Siena.
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BEATO PEDRO PECTINARIO DE SIENA . Nació en Campi, cerca de
Siena (Italia), adonde se trasladó de pequeño, y donde vivió y, ya centenario,
murió el 4 de diciembre de 1289. Su oficio le valió el sobrenombre de
«Pettinaio», peinetero. Fue un ciudadano bueno y honrado que se mereció la
estima de todos, por lo que las autoridades le confiaron importantes misiones.
Se casó y fue feliz en el matrimonio, pero no tuvieron hijos. Los esposos
llevaron una vida de gran piedad y caridad; al quedar él viudo, se hizo
terciario franciscano y con otros compañeros se dedicó a atender a los enfermos
en los hospitales y a buscar ayuda para los pobres. Fue hombre de oración y
contemplación, comprometido en los movimientos eclesiales de su ciudad, así
como de Florencia y Pistoia, para influir cristianamente en la vida pública.
Fue un modelo de laico cristiano franciscano. (Año Cristiano, Tomo XII, BAC
(Biblioteca de Autores Cristianos); y Directorio Franciscano)
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