lunes, 19 de febrero de 2018

Florecillas de San Francisco de Asis y sus compañeros, capítulo XXIII

San Francisco de Asís
Escritos - Biografías Documentos de la época, 

Florecillas de San Francisco de Asís y sus Compañeros.

página 840 y siguiente

Cómo San Francisco, estando en oración, vio al demonio entrar en un hermano.
Capítulo XXIII

Cómo San Francisco, estando en oración, vio al demonio entrar en un hermano


Estaba una vez San Francisco en oración en el convento de la Porciúncula, y vio, por divina revelación, todo el convento rodeado y asediado por los demonios como por un grande ejército; pero ninguno de ellos lograba entrar en el convento, porque todos aquellos hermanos eran de tanta santidad, que los demonios no hallaban por dónde penetrar. Pero ellos perseveraban en su empeño; y he aquí que uno de los hermanos tuvo un enfado con otro, y andaba maquinando cómo poder acusarlo y vengarse de él. Y este mal pensamiento fue la brecha que vio abierta el demonio; así pudo penetrar en el convento y fue a ponerse en el cuello de aquel hermano.

El pastor amante y solícito, que velaba de continuo sobre su grey, viendo que el lobo había entrado para devorar su ovejita, hizo llamar en seguida a aquel hermano y le ordenó que descubriera allí mismo el veneno del odio que había concebido contra el prójimo, y que le había hecho caer en las manos del enemigo.

Quedó él espantado al verse conocido por el Padre santo, declaró todo el veneno de su rencor, reconoció su culpa y pidió humildemente penitencia y misericordia. Hecho esto, una vez que él fue absuelto del pecado y recibió la penitencia, inmediatamente huyó el demonio ante San Francisco. El hermano, librado así de las manos de la bestia cruel por la bondad del buen pastor, dio gracias a Dios y, volviendo corregido y amaestrado a la grey del santo pastor, vivió en adelante en grande santidad.

En alabanza de Cristo. Amén.


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Necesitamos estar alerta, porque cuando el corazón se siente como inquieto, receloso, con resentimiento, es el tentador que se acerca demasiado a nosotros. Cuando la serenidad se desvanece, tenemos que orar con mucha insistencia, porque el demonio como un perro rabioso intenta mordernos, no consintamos que nos alcance.

Necesitamos orar siempre unos por otros, para que el maligno no pueda destruir la unidad espiritual que el Señor quiere para todos nosotros. La comunidad de los hermanos franciscanos, es tan importante. Si falta la humildad, todo se echa a perder. Y dejándonos dominar por malas intenciones, nos alejamos del Señor. No consintamos en ningún desorden.

Ninguno de los demonios lograban entrar en el convento, pues donde hay santidad no puede haber desunión en Cristo Jesús. 






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